viernes, 1 de agosto de 2008

Los buenos no hacen nada

Una vez leí, o escuché, "para que el mal triunfe, solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada".No sé quien lo dijo ( prometo buscar la autoría) pero llevaba más razón que un santo. Así son las cosas. Nos lamentamos porque a veces las cosas no vayan bien, decimos que como es posible que se haya llegado a este extremo, pero: ¿ hemos hecho algo para que no suceda?.
Solo hay una manera de acabar con Mal: con muchísimo Bien. La pereza, la desesperación, la banalidad del Mal que nos lleva a relativizarlo todo, es lo que impide que se actué. Así fue a lo largo de la Historia de la Humanidad. Peor, sigue siendo.
Siempre me he preguntado ante las atrocidades cometidas durante la Alemania Nazi: ¿ como es posible que los alemanes callarán ante tanta atrocidad?. Y es que las cosas se van haciendo poco a poco, vamos rebajando nuestro nivel de aceptación. Al principio no parece tan grave que a los judíos se les cuelgue una cruz sobre su pecho: "no es para tanto, ya pasará todo y volveremos a la situación anterior". Lo que sucede luego es que los Judíos quedan sin ningún tipo de derecho:" es solo algo temporal, tampoco se les está haciendo nada tan malo". Más tarde se les encarcela en los campos de concentración, y cuando uno se da cuenta ha relativizado de tal manera el Mal, que acaba justificando cualquier brutalidad. Y lo acaba justificando como mecanismo de defensa porque aceptar lo contrario supone la constatación más clara y personal de que no he hecho nada para evitarlo.
El Siglo XX ha sido el siglo de mayor desarrollo, conocimiento científico y técnico pero sin embargo, ha sido también el siglo de los genocidios, del asesinato del hombre y del intento de asesinato de la religión. El Nazismo y el Comunismo han causado cientos de millones de muertes. En definitiva perseguían lo mismo, matar al hombre y convertirse en dioses. Me dan miedo las ideologías que pretenden ser religiones.
Ahora que comienza el verano te recomiendo un fantástico libro de Viktor Frankl, "El hombre en busca de sentido". En este libro, Frankl cuenta sus años de encarcelamieno en un campo de concentración. Muestra como es posible superar incluso los acontecimientos más terribles que le puedan suceder al ser humano: la clave está en que cada cual encuentre el sentido de su propia existencia. Mientras lo lees te das cuenta que el hombre es capaz de cometer la mayor atrocidad posible mientras otros acometen la empresa más sublime y maravillosa. Paradojas del ser humano.
Que nunca nos preguntemos: ¿ que pude haber hecho para evitarlo?, ¿ porque callé?, ¿ porque no actué?.
Abrazos amigos,

3 comentarios:

Anaroski dijo...

Los extremos se tocan está claro. Aunque por determinados motivos siempre se ha de dar el nombre de buenos a unos, y malos a otros, y estarás de acuerdo, en que dos no pelean si uno de quiere, se habla de nazismo, se habla de comunismo, pero también podemos hablar del daño que los judíos hicieron a los pobres rusos, del daño que se les hace a los pobres sudafricanos, en el momento que el hombre juega a ser Dios, y se establecen jerarquías en las razas, empiezan los problemas, todo sería más fácil si no miraramos de igual a igual, como Cristo nos miró a nosotros.

Buenas noches.

familia sin apuros dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que se trata de mirarnos de igual a igual, pero no es menos cierto que "si lo buenos no hacen nada triunfa el mal". Y buenos, como tú y como muchos que me he encontrado en la red, hacéis mucho desde vuestros blogs.Gracias por ello.
Y que razón llevas en que el porblema es que el hombre a jugado a ser dios. Yo diría más: el hombre queriendo acabar con dios acabó con el propio hombre.
Un saludo

Hilda dijo...

Hola, estoy leyendo tu espacio, ese libro es magnífico y es casi bibliografía obligada cuando yo quiero hablar de libertad y responsabilidad.
Y cuando oigo que alguien dice que el ser humano no puede ser bueno, que no puede sobreponerse al dolor, que no somos libres, que todo nos influye, etc. Recuerdo a ese gran médico cuyo ejemplo de vida nos da una gran lección.
Saludos. Hilda